El bosque es el libro abierto de la historia social de los Waorani, de la Amazonía ecuatoriana, quienes en lugares determinados del bosque cuentan narraciones acerca de prácticas de manejo de sus antepasados y sus legados vegetales.
Los Waorani habitan en una región donde la exuberancia de la vegetación es remarcable. Hasta los años 1940, década de inicio de las primeras exploraciones petroleras en Ecuador, el territorio de los Waorani era considerado todas las tierras entre los ríos Napo y Curaray. Hoy, este espacio es compartido con otras poblaciones colonas e indígenas, asimismo es más fácil hablar del Parque Natural Yasuní y de varios bloques petroleros para identificar este lugar.
Los Waorani establecieron contacto “pacífico” con la sociedad nacional en 1956, antes los otros – indígenas y no indígenas – no eran considerados seres humanos, por lo que los evitaban. Los abuelos waorani, que vivieron aquella época, explican que cohabitaban con los miembros de su grupo familiar y circulaban principalmente en sus territorios familiares. Esta es una sociedad uxorilocal, es decir la pareja reside con la familia de la mujer. La movilidad de los waorani ha cambiado drásticamente en los últimos 60 años.
En el pasado su modo de vida se basaba en periodos de vida estable o sedentaria, cuando aprovechaban de chakras (kinkores) a proximidad (así como de recursos silvestres) y al mismo tiempo instalaban cultivos de yuca, plátano, palmeras, árboles frutales. Las especies perennes cultivadas a ese momento en las kinkore o en los espacios peri-domésticos influenciaban a largo plazo los itinerarios de los periodos de movilidad, cuando caminaban en el bosque para recolectar especies silvestres y también cultivadas por sus ancestros en el territorio.
En la actualidad, los waorani habitan de manera estable en aldeas instaladas en los bordes de las carreteras y ríos, los periodos de movilidad se han reducido en el espacio y el tiempo. Los lugares históricos, donde los ancestros habitaron y dejaron huellas en la vegetación, son conocidos por los waorani. En las conversaciones espontáneas durante las salidas en el bosque, organizadas para buscar recursos animales y vegetales, es recurrente escuchar acerca de episodios de los ancestros, como anécdotas de cacería y recolección, guerras, prácticas de manejo, entre otros.
Las historias del pasado constituyen lecciones de vida para los habitantes actuales del bosque. Durante el año del 2011 realicé salidas de campo de dos a tres meses en dos aldeas waorani, Tepapare (Provincia de Pastaza) y Dayuno (Provincia de Napo), utilicé los métodos clásicos de antropología cultural, observación participante y entrevistas semiestructuradas. Asimismo, emplee métodos de etnobiología como es la identificación de las especies en el bosque y en los cultivos. Entre enero y marzo de 2013 se realizó un inventario etnobotánico y de algunos de los lugares sociales, donde los antepasados habían dejado huellas con árboles y palmeras.
Los episodios históricos son situados en el espacio y también el periodo de tiempo es definido. La triangulación de las narraciones que explican de un lugar y de un periodo de vida de los grupos familiares, el vocabulario de tiempo y los lugares históricos me permitieron elaborar las “categorías de tiempo waorani”. La categorización de los conocimientos indígenas es comúnmente utilizada en las etnociencias para generar diálogo entre los conocimientos locales y occidentales. Las “categorías de tiempo waorani” son una herramienta analítica que sirve a organizar cronológicamente las narraciones waorani. Son cuatro niveles de las categorías – desde el tiempo mítico hasta el presente – para determinar aproximativamente la distancia temporal entre una práctica de manejo y el presente. Es decir permite profundizar en la comprensión de los patrones de la transformación del bosque, ¿qué actividad humana genero una dinámica ecológica determinada? En el estudio fueron registrados 38 lugares históricos con sus coordenadas geográficas, en donde se afirma que los ancestros influenciaron en los hitos vegetales en presencia. El contenido de las narraciones relacionadas a estos lugares sirvió para ordenar cada una en las “categorías de tiempo waorani”. La profundidad temporal de la memoria oral se calcula a cinco a seis generaciones, entre 100 a 200 años (excluyendo los mitos).
Para comprender el impacto en la vegetación forestal de las actividades waorani a lo largo de la historia se realizó un estudio experimental de etno-botánica. En catorce parcelas fueron inventariadas las plantas, en siete lugares históricos – organizados en una categoría de tiempo correspondiente, y siete lugares nohistóricos – ordenados en la categoría de tiempo mítico.
En el inventario etno-botánico fueron registradas 522 especies, que sirvieron a calcular la diversidad con los respectivos índices. La diversidad florística correspondió con las categorías de tiempo y los estados de sucesión vegetal.
En los primeros estados de sucesión, alterados recientemente por los waorani, la diversidad y la riqueza son pobres. Estás aumentan cuando la distancia entre la actividad humana y el presente es superior, bosques donde la composición presenta especies introducidas y manejadas por los humanos, así como especies silvestres. En los estados de sucesión avanzada o bosques maduros, en los lugares históricos se registró mayor diversidad que en los lugares no-históricos. Estos resultados demuestran que la Amazonía no es un bosque prístino.
Los grupos humanos siempre han participado en los procesos de dispersión y de domesticación de las plantas, aumentando la diversidad biológica que conocemos hoy.
Los pueblos amazónicos reconocen las huellas humanas, y además los árboles y palmeras son soporte de su memoria social. Los relojes y los calendarios no son las únicas maneras de calcular la sucesión del eventos de vida, los waorani conocen los ciclos de crecimiento de las plantas – que llevan en su propia existencia inscritos los recuerdos de los habitantes forestales.